Este es el segundo libro de Alberto Fuguet que leo, y la verdad es que no ha estado mal.
El libro es muy realista, con un tema que es no es ajeno a ningún lector. Trata principalmente de una relación de amigos que quizá podría haber sido algo más. Los personajes están bien definidos, y a través de una conversación entre ellos vemos que cada uno tiene sus inseguridades, y también sus rencores y anhelos.
Al igual que Aeropuertos este libro tiene mucho diálogo, mucho modismo y demasiadas palabras en inglés. Este tipo de escritura se supone que permite sentir la conversación como más cercana o familiar, pero yo creo que en este libro fue exagerado. Habían oraciones que me sonaban forzadas, y esto interrumpía la lectura.
A pesar de que el libro trata de ser cercano al lector, la narración hace muy difícil sentir esta conversación familiar. Entre el lenguaje y el hecho de que el libro sea un 98% sólo diálogos, se me hizo más bien enredado.
Pasé un poco más de la mitad del libro sin poder diferenciar quién estaba hablando. Cómo nunca hay una introducción de los personajes, y sólo hay diálogo, se hizo muy difícil identificar quién era quién. Hacia el final, al conocer a Renzo y a Alex, se me hizo más fácil seguir la conversación, por que ya conocía la personalidad de cada uno. Sin embargo, pasé perdida casi el 70% del libro.
La conversación, a pesar de que tiene partes interesantes donde descubrimos más acerca de la historia de Renzo y Alex, vuelve a lo mismo cada 20 páginas. Los personajes vuelven a discutir un tema una, y otra, y otra vez, y siguen en exactamente en lo mismo después de cada discusión.
El final fue bastante inesperado, y a mi parecer, un poco forzado. La evolución de los personajes simplemente no concuerda con la decisión que estos tomaron al final. La verdad me dejó un poco impresionada, y no sé si en el buen sentido.
En conclusión, este es un libro un poco confuso, pero que lleva a reflexionar acerca de temas cercanos a cualquier lector.
